jueves, 7 de octubre de 2010

La Soledad







La Soledad







Y desfalleciendo a través
de una inmersión profunda
en el mismo corazón
de la melancolía.
Despertando el vigor
de furor ciego y vacuo.
Es la esencia del nihilismo,
una flor negra usurpada a
un jardín victoriano y decadente,
abandonado al salvajismo
por el paso de los tiempos.
Postrado ante lápida
de mis ancestros sollozando
, congojado, y abandonado.
Un grito con furor y conmovedor
aniquila la fragilidad del
silencio nocturno iluminado
por una luna de brujas.
Los recuerdos de tiempos
cuando hermano con hermano
compartían los frutos de la Madre.
Atrapado por la nostalgia
de una belleza enferma y frágil,
esculpida en los bosques salvajes
atestado de lobos que en tiempos
remotos eran nuestros hermanos,
y corríamos juntos entre las malezas
imbuidos en un éxtasis animal que
se fundía con la esencia divina
que existe en el corazón del bosque.
Ya son tiempos lejanos cuando
las bestias salvajes vivían con
los humanos como un mismo ente.
Inmersos en la más opaca soledad.
de este mundo que hemos creado.
Ciegos como vampiros y sedientos
de fuerza vital a la cual drenar,
desfallecemos a cada instante, e
incapaces de escuchar la
voz tierna y afable de los ancestros.
La naturaleza nos es desconocida
y la tememos, la odiamos y
lujuriosamente la queremos someter.
Un rencor que es proporcional
al vacío existencial que nos reina.
Ya estamos totalmente sordos
del cantar poético de los cielos
cuando anunciaban la llegada
de la lluvia y el momento de cosechar.
Me precipito ante el abismo de la tristeza
y me aferro al lecho de mis ancestros
desgarrado tomando consciencia
de la incapacidad de escapar
para reencontrarme con el pasado.
La nueva fe en un Paraíso Mecánico
exento de alma, ternura y de amor
domina omnipresente en cada rincón
y nadie puede escaparse de su tiranía.
Los hijos de los bosques son
injuriados y presos de la infamia.
Son encadenados y encarcelados,
son torturados e invisibilizados
ante la mirada de esos ojos apáticos
que tanto ama los soberanos de
este paraíso infernal de las máquinas.
Su poder totalizador ha demolido
el sentimiento salvaje y tribal
que sublimaba nuestra esencia
y nos hacía sentir plenos y espirituales.
Ahora sólo reina esas miradas cansadas
y carentes de esperanza y anhelo.
Individuos que deboran presos
de una ansiedad profunda,
aterrados de vivir y con pánico
de todo lo que les rodea.
Son esclavos y cobardes que
temen al hermano y ven ahora
solo conspiración y sed de odio.
Estos hijos de la desidia y la pereza
alzarán un templo del odio
cuya bandera será el Sol Negro
y en el cual iniciarán el sacrificio
a nuevo Deus Ex Machina
que se alimentará de sus miedos
y de su vacío y angustia existencial.
Para estos ojos angustiados,
el diferente y los hijos del bosque
seran el enemigo a erradicar.
Y al final descubrirá lo que no
quería reconocer…


su lastimosa y gris soledad.
Sollozando lacrimosamente
su alma difunta….











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