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La Soledad

Y desfalleciendo a través de una inmersión profunda en el mismo corazón de la melancolía. Despertando el vigor de furor ciego y vacuo. Es la esencia del nihilismo, una flor negra usurpada a un jardín victoriano y decadente, abandonado al salvajismo por el paso de los tiempos. Postrado ante lápida de mis ancestros sollozando , congojado, y abandonado. Un grito con furor y conmovedor aniquila la fragilidad del silencio nocturno iluminado por una luna de brujas. Los recuerdos de tiempos cuando hermano con hermano compartían los frutos de la Madre. Atrapado por la nostalgia de una belleza enferma y frágil, esculpida en los bosques salvajes atestado de lobos que en tiempos remotos eran nuestros hermanos, y corríamos juntos entre las malezas imbuidos en un éxtasis animal que se fundía con la esencia divina que existe en el corazón del bosque. Ya son tiempos lejanos cuando las bestias salvajes vivían con los humanos como un mismo ente. Inmersos en la más opaca soledad. de este mundo que hemos creado. Ciegos como vampiros y sedientos de fuerza vital a la cual drenar, desfallecemos a cada instante, e incapaces de escuchar la voz tierna y afable de los ancestros. La naturaleza nos es desconocida y la tememos, la odiamos y lujuriosamente la queremos someter. Un rencor que es proporcional al vacío existencial que nos reina. Ya estamos totalmente sordos del cantar poético de los cielos cuando anunciaban la llegada de la lluvia y el momento de cosechar. Me precipito ante el abismo de la tristeza y me aferro al lecho de mis ancestros desgarrado tomando consciencia de la incapacidad de escapar para reencontrarme con el pasado. La nueva fe en un Paraíso Mecánico exento de alma, ternura y de amor domina omnipresente en cada rincón y nadie puede escaparse de su tiranía. Los hijos de los bosques son injuriados y presos de la infamia. Son encadenados y encarcelados, son torturados e invisibilizados ante la mirada de esos ojos apáticos que tanto ama los soberanos de este paraíso infernal de las máquinas. Su poder totalizador ha demolido el sentimiento salvaje y tribal que sublimaba nuestra esencia y nos hacía sentir plenos y espirituales. Ahora sólo reina esas miradas cansadas y carentes de esperanza y anhelo. Individuos que deboran presos de una ansiedad profunda, aterrados de vivir y con pánico de todo lo que les rodea. Son esclavos y cobardes que temen al hermano y ven ahora solo conspiración y sed de odio. Estos hijos de la desidia y la pereza alzarán un templo del odio cuya bandera será el Sol Negro y en el cual iniciarán el sacrificio a nuevo Deus Ex Machina que se alimentará de sus miedos y de su vacío y angustia existencial. Para estos ojos angustiados, el diferente y los hijos del bosque seran el enemigo a erradicar. Y al final descubrirá lo que no quería reconocer…
su lastimosa y gris soledad. Sollozando lacrimosamente su alma difunta….
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